martes, febrero 24, 2009

"Las mañas del escritor o intento de.."

Creer que se tiene la cualidad de escribir..

Y al rato siguiente creer que no..

Que el orgullo te impida compartir lo que escribís..

Y que el mismo sentimiento te impulse a lo contrario..

Pero rescato la única palabra que vale la pena..

Impulso..

Por eso acá estoy..

Por el impulso..

Próximamente nuevas publicaciones..

No?

domingo, noviembre 23, 2008

Autoayúdenme !


¡Autoayúdenme! :

En nuestra actualidad el género literario “Autoayuda” sorprende debido a su ascendente éxito comercial. En todas las bibliotecas y librerías uno puede encontrar un gran espacio dedicado pura y exclusivamente a este género.
Autores como Deepak Chopra, Jorge Buccay, Walter Riso -en sus respectivas áreas- acercan de forma rápida y efectiva soluciones para problemas que son comunes a la mayoría de los hombres y mujeres.

¿A qué se debe este imparable éxito de best-sellers?

Para responder esto vamos a tener que volver hacia atrás en la historia de la humanidad.

¿De qué manera se viajaba hacia el interior del alma y del autoconocimiento en épocas ancestrales? ¿Cuáles eran los métodos utilizados?

Desde épocas milenarias, aproximadamente en el siglo VIII a.C ya circulaban entre los hombres de Medio Oriente el conocimiento de las posiciones de meditación. Sentados en el piso, con la espalda, cuello y cabeza bien rectos, con las manos sobre los muslos o con las palmas juntas, eran algunas de las posturas necesarias para aclarar la mente y así llegar a una buena conexión con los dioses y con uno mismo. A la meditación le antecedía un profundo estado de concentración y finalizaba con la percepción supraconciente de los sentidos dirigidos hacia el propio interior.
Por otro lado la meditación era reforzada con “Mantras” (algunos de los cuales son utilizados hasta nuestros días). Estos consistían en palabras que se repetían en el momento de la meditación y que poseían cierto poder de concentración para entregarse a la observación del interior. El ritmo de las repeticiones debía ser constante y acorde con la respiración.
El hinduista Patañjali (S III a.C) decía: “Todas las experiencias psicológicas se originan en la ignorancia de la verdadera naturaleza humana y sólo cuando se elimina esa ignorancia el hombre descubre su verdadero ser: "el poder de la Conciencia pura reposando en su verdadera naturaleza". Este pasaje nos habla de la importancia que le daban estos hombres a la conexión con uno mismo, a lograr hallar el ser interior.
Otras figuras históricas de viajeros al interior del alma se encuentran en los misioneros que recorrían pueblos lejanos llevando un mensaje. Su particular estilo de vida les obligaba a moverse solo con lo necesario para subsistir. Debían enfrentar situaciones de riesgo y ser perseverantes porque se topaban con gente incrédula.
Por otro lado la imagen del místico tuvo gran peso en la literatura clásica; en el diccionario Grijalbo aparece esta definición: “Se dice de la persona que vive de la mística. Conjunto de doctrinas que sostienen la posibilidad de una experiencia espiritual, inmediata e inexpresable de continuidad o unión con la suprema divinidad."
Hinduistas, budistas, musulmanes, misioneros, místicos, consideraban que el camino hacia la autoconciencia y espiritualidad consistía en una práctica diaria y constante de ejercicios e invocaciones y largos caminos recorridos para lograr equilibrio y bienestar. ¡Nada más alejado que la propuesta de estos famosos libros de autoayuda!

Entonces, ¿Cuál es la clave de su éxito? ¿A qué se debe su imparable protagonismo?

Hay que notar la salvedad que los libros de autoayuda, a diferencia de los escritos de Medio Oriente, abarcan temáticas bien diversas y fraccionadas. En aquellos tiempos se creía que el éxito en cada área de la vida dependía del bienestar espiritual, hoy, esa realidad esta un poco trasgiversada. Los libros de Autoayuda van al grano, no se detienen en ejercicios ni procesos largos. Si uno tiene inquietudes y problemas en el ámbito laboral, tendrá un libro de autoayuda a su disposición, si lo mismo le sucede con su pareja y ésta no se decide a proponerle matrimonio vaya corriendo a su librería más cercana y pida: “Las reglas del juego” de Ellen Fein y Sherrie Schneider.
Este libro ofrece 35 reglas para conquistar al hombre ideal y conseguir que te propongan matrimonio.
Por ejemplo:
Regla 4: No quedes con él a mitad de camino ni pagues tu parte durante una cita.
Regla 5: No lo llames y devuelve sus llamadas muy de tarde en tarde.
Regla 7: No aceptes ninguna cita para el sábado a partir del miércoles.
Regla 12: Deja de salir con él si no te hace un regalo romántico para tu cumpleaños o para el día de los enamorados.
Regla 31: No comentes las reglas con tu terapeuta.
Regla 32: No infrinjas las reglas
Regla 33: Cumple las reglas y vivirás feliz.


¿Dónde quedaron los grupos de meditación y los maestros que debe indicar el sendero de la felicidad? ¿Acaso será Deepak Chopra el nuevo encargado de ofrecernos iluminación y manejo de las emociones?

En su libro “El libro de los secretos, Deepak Chopra da un útil consejo para controlar un sentimiento desagradable que pueda surgir en alguna ocasión…

“Ejercicio:
Otro catalizador para llegar a las energías de la sombra es la escritura automática: toma un ahoja de papel y empieza escribiendo la oración: “Me estoy sintiendo muy _______ ahora”. Llena el espacio en blanco con cualquier sentimiento que surja- de preferencia uno negativo que hayas guardado ese día-, y sigue escribiendo. No te detengas, escribe lo más rápido que puedas y anota cualquier palabra que quiera fluir.
Otras oraciones para iniciar este ejercicio:
“Lo que debí decir fue _______.”
“No puedo esperar decirle a alguien que yo ______.”
“Nadie puede impedirme decir la verdad acerca de _______”.
“Nadie quiere escuchar decir esto, pero ______.”

Mediante estos catalizadores, te estás dando permiso de expresarte, pero lo más importante es tener un sentimiento prohibido. Por eso las palabras no importan. Una vez que accedas al sentimiento podrá empezar el trabajo real de liberación.”


Planteado el paralelismo entre épocas milenarias y la nuestra, concluyo que cada cosa en su lugar, cada cosa a su tiempo… Si antes daban resultados y tenían éxito las prácticas difundidas por los budistas, hinduistas, metodistas, etc., era porque el contexto lo permitía. Hoy los libros de autoayuda son un claro reflejo del vertiginoso ritmo de la cotidianeidad.
Queremos todo ahora, ya, rápido, de la manera más sencilla posible. Estos libros dicen ser la clave del éxito y ¡este nos aguarda al finalizar la última página! No hay tiempo para detenerse en pequeñeces, en largas sesiones de meditación, en largos ayunos, en largas terapias. ¿Para qué esta pérdida de tiempo si podemos ir leyendo a Jorge Bucay en el subte camino al trabajo? Claro, pero observemos el ritmo de vida actual: trabajo, estudio, hijos, familia, amigos, cuentas a pagar, Internet, más trabajo, mejores autos, una casa más grande, vacaciones lujosas… Nada de esto deja tiempo para un buen trabajo introspectivo. Las prioridades son otras.
Andamos a las corridas, la competencia es imparable. Siempre queremos más y mejores cosas, siempre queremos ser los mejores. ¿Los mejores? Si, los mejores, omnipotentes, individualistas. ¡Yo puedo, yo puedo, yo puedo!
El prefijo auto (de auto/ayuda) conquista el deseo del hombre moderno. Reactiva su ego y le dice: vos podes solo, no necesitas de nadie más. Ni grupos de oración, ni Iglesias, ni templos. Vos solo. Vos podes resolver tu matrimonio, vos solo podes aprender de finanzas y ser exitoso, vos solo podes armarte una dieta, vos solo podes lograr tu bienestar.

¿Pero entonces, no sirven los libros de autoayuda?

Depende de que se esté buscando. Claro que hay libros que tienen tips interesantes y hacen llegar cuestiones complejas a toda la gente utilizando un vocabulario simple. Pero de todas formas se incurre en el facilismo, en el consumismo. En la desaparición del individuo y la tendencia a la homogeneidad. Ahora la moda es comprar libros de autoayuda y todo el mundo va y los compra y se convence de que sirven. Buscan afuera y no adentro. Ilusoriamente esperan una receta milagrosa que los haga sentirse mejor y no caen en la cuenta de que la magia esta dentro de cada uno.
Muy interesante la reflexión del psicólogo Juan Carlos Volnovich: “…el éxito de estos libros se debe a la necesidad de comprensión, afecto y espiritualidad en una sociedad acostumbrada al consumo de bienes materiales: "La gente busca ávidamente espiritualidad, algo con lo cual sentirse comprendida. Tiene que ver con la falta de espacios afectivos. Estos libros no aportan nada nuevo, refuerzan estereotipos, convenciones. Y provocan una mezcla de satisfacción y frustración, por eso se consume uno tras otro".
Se consumen uno tras otro… Luego de haber leído uno, uno necesita el tomo siguiente, y el siguiente porque aún no ha saciado su necesidad.
Pero no hay que ilusionarse. En este mundo contemporáneo acelerado ya no hay lugar para el silencio, para la calma y para la “inactividad” (hablando de inactividad a nivel de las actividades cotidianas para poner en marcha la actividad espiritual) o al menos no en las grandes ciudades y menos aún para la gente trabajadora.

¿Qué podemos esperar entonces para un futuro cercano en materia de bienestar espiritual?

Hay que frenar. Frenar y acallar la mente, hacerse tiempo para las cosas. No todo puede ser trabajo y exigencias. En la medida que uno logra ampliar el campo de comprensión, todo resulta más fácil y ameno. El camino se esclarece. Pero esto es imposible con el ritmo al que venimos funcionando.

Como dice Agnes Heller en su libro: “Políticas de la Pos Modernidad”… “La prisión del presente solo permite huidas ilusorias”. Y los libros de autoayuda parece ser una de ellas.











BIBLIOGRAFÍA:

*Fein, Ellen; Schneider, Sherrie “Las reglas del juego”. Grupo Editorial Planeta, Mayo 1997, Buenos Aires
*Chopra, Deepak “El libro de los secretos”. Editorial Alamah, Marzo 2005, Buenos Aires.
*Chopra, Deepak “Sincro Destino. Editorial Alamah, Diciembre 2003, Buenos Aires.
*Riso, Walter “Amar o depender”. Grupo Editorial Norma, Agosto 2004, Buenos Aires.
*Heller, Agnes y Feher, Ferenc “Políticas de la Pos modernidad”. Editorial Península. 1989, Barcelona.
*Cuaderno Viaje y Escritura I, Cátedra Reale. Secretaría de Publicaciones CeCsO de la Universidad de Buenos Aires.
*Sitio Web Wikipedia: http://es.wikipedia.org/wiki/Pata%C3%B1jali
*Sitio Web de meditación: http://www.hostingaloha.com/meditacion/historia_de_la_meditacion.php
*Sitio Web de la Universidad de Maimónides: http://weblog.maimonides.edu/gerontologia2004/archives/000025.html










jueves, septiembre 25, 2008

Ciencias de la Comunicación, Sin comunicación.


Ciencias de la Comunicación, sin comunicación.

‘Aulas calurosas, aulas heladas, escalones sueltos, paredes estropeadas, falta de luz, agua y gas, pésimas instalaciones eléctricas, baños inundados e inmundos, bajos o nulos salarios para profesores y ayudantes. Y lo mas triste… falta de comunicación entre nosotros mismos.’

Son muchos los mitos y leyendas que han surgido en torno a la cuestión edilicia de la Facultad de Sociales de la UBA. En este caso les voy a contar como se vive desde adentro. Sin supuestos, sin entrevistas ni testimonios. Se los voy a relatar yo misma… estudiante de la carrera de Comunicación de la Facultad de Ciencias Sociales, sede Ramos Mejia.

Este edificio se habilitó como sede de la facultad para la descompresión y el ‘deshacinamiento’ de la otra sede por esos años existente, Marcelo T. Ramos se consiguió gracias a la lucha de miles de estudiantes y de profesores que tardaban tiempos increíbles en llegar a sus aulas para las clases de las 19 hs debido al gran flujo de gente que circulaba por allí en esos días.
Claro que no fue la solución ideal -esta seria la creación de un verdadero edificio único para la comunidad de Sociales- pero fue para sacar las papas del fuego.

El problema es que los años pasan, y el Estado nuevamente demostró –y nos sigue demostrando- que la educación no es prioridad en su agenda. Se olvidaron de que como todo edificio que funciona como facultad, necesita la cantidad suficiente de inversiones para ser un lugar habitable; y vean que hablo de HABITABILIDAD y no de LUJO.

Aulas calurosas, aulas heladas, escalones sueltos, paredes estropeadas, falta de luz, agua y gas, malas instalaciones eléctricas, baños inundados e inmundos, bajos o nulos salarios para profesores y ayudantes. Y lo mas triste… falta de comunicación entre nosotros mismos.

En este punto me quiero detener y repito, como estudiante de la Carrera de Comunicación, más allá de la cuestión edilicia y presupuestaria vivencio un problema clave: nos esta fallando la comunicación.

Hace unos días en una de mis clases semanales un profesor de prácticos nos informó que la persona encargada del teórico decidió, a su piaccere, exponer otros temas diferentes de los pactados. Mi profesor estaba indignado no por el cambio de planes, si no porque no le avisaron nada. ¿Consecuencia? Los alumnos tendrán que entender el tema por su propia cuenta, porque no se puede sacar del programa.
Y esto no es algo que pase en esa cátedra, en esa comisión. Es muy común ver esto, muchas cátedras con corto circuito en la planificación de las actividades y los alumnos pagando los platos rotos. Ojo, hay muchas salvedades, no quiero decir que siempre pase. Pero si es muy habitual.

Otra cuestión con respecto a esto… Cada vez que hay paros justamente por estas peticiones de un lugar y presupuesto digno para estudiar, nosotros, los alumnos, nos abombamos a e-mails y mensajes de texto para suponer si nuestros profesores adherirán o no al paro. Yo les agradezco profundamente a aquellos profesores que brindan su e-mail y mantienen vivos los canales de comunicación para informar sus decisiones. Pero lamentablemente estos casos son las excepciones.

Y voy a concluir con este tema de la comunicación, con la humilde esperanza de generar una reflexión: ¿Cómo es posible que con estos difíciles momentos que estamos viviendo de la continua toma del edificio como signo de lucha no podamos ponernos de acuerdo entre nosotros mismos, los profesores y las autoridades acerca de la manera mas sana de llevarlo a cabo? Están los militantes, los anti militantes, los que se angustian, los que se ponen felices con la toma porque se quedan en la casa, los profesores que adhieren a clases públicas, los que ni locos lo hacen, los que en medio de las Asambleas se ponen a hablar de cuestiones que nada tiene que ver con el tema que nos compete, etc., etc., etc. Tenemos que respetar los tiempos y las formas en las cuales las decisiones se van a tomar, no es posible en una Asamblea por el edificio único ponerse a discutir acerca de las diferentes agrupaciones políticas de la facultad, y mucho menos de temas de interés a nivel país o a nivel internacional. Seamos prácticos, vayamos por partes. Si no siempre ocurrirá lo mismo, nuestra actual preocupación edilicia y presupuestaria se seguirá diluyendo.

¿Es esta la manera de ejercer el rol de comunicólogos? ¿No deberíamos de una vez por todas unirnos en la lucha por esta causa común dejando los matices de lado? Si nosotros no peleamos por lo nuestro, evidentemente, nadie más lo hará.

Comuniquémonos con éxito. Glorifiquemos nuestra vocación.

lunes, septiembre 01, 2008

-Estación Central de Brasil-



En esta controvertida historia se entremezclan diferentes personajes que comparten las mismas cuestiones a las cuales la mayoría no le somos ajenos: problemas personales y sociales, pobreza, frialdad de sentimientos, sufrimiento, etc. Podríamos decir: la cara más cruda de nuestra cotidianeidad.
Dora es una mujer que un principio aparenta carencia de amor y de afectos, siendo su trabajo el de escribir cartas a gente analfabeta en la estación central de Brasil. Esas cartas difícilmente encuentran su destino, ya que el disfrute de esta mujer es el de romperlas – o en su mejor caso archivarlas – en el regreso a su hogar.
Pero su vida va a dar un vuelco de 180° cuando Josué aparezca en su vida. Este niño que pierde a su mamá frente a Dora en un accidente en la calle, es de un carácter fuerte y decidido, muy similar al de esta mujer.
Entre idas y vueltas la protagonista toma una decisión apresurada e interesada con el niño. Lo vende a unos farsantes hasta que su conciencia la perturba tanto que lo rescata para llevarlo al encuentro con su padre el cual el niño nunca había conocido.
Juntos emprenden el viaje en busca de este hombre y en el trayecto aprender a respetarse y a valorarse ya que compartían la misma característica: no tenían a nadie más que ellos mismos.
Fuerte y conmovedora, Estación Central nos recuerda que la gente muchas veces forma su carácter por los golpes que ha ido recibiendo a lo largo de su vida, pero también nos deja la reseña de que con voluntad y fortaleza se puede seguir adelante aprendiendo a convivir con la realidad que a cada uno le tocó.
El desenlace es esperanzador. Josué no logra encontrar a su padre pero sí a sus dos hermanos mayores con los cuales se queda a vivir, y Dora con su espíritu fortalecido y renovado por esta experiencia comprende, -ya a una avanzada edad- que puede dejar atrás su desafortunado pasado para iniciar una nueva vida. Más cálida, feliz y desinteresada.

sábado, agosto 30, 2008

-Versión final de la entrevista- La ciudad de la Furia...

Les dejo la versión final de mi relato...





La Ciudad de la Furia.

Esa mañana me levanté, y era un día de invierno como cualquier otro. Me asomé por la ventana y hasta el canto de los pájaros estaba sedado por el frío. Entré a la cocina para tomar mi café ritual de las mañanas y me senté… Sola. Y desayuné; sola. El sentimiento de soledad lo sentía punzante por las mañanas. Extrañaba aquellas mañanas compartidas con él. Pero ojo, solo las mañanas. En el resto de las cosas estaba mejor así…
Tomé mi agenda para recordar que tenía que hacer ese día y allí estaban:
8.30 hs: Oficina
14 hs: dentista
18 hs: Lucila.
¿Lucila? Uy, prácticamente lo había olvidado. Quede en encontrarme con ella en el café de la esquina de su casa porque me dijo que tenía novedades de Gaby, mi entrañable amiga Gaby. Ella se había mudado a Misiones en busca de tranquilidad y “paz interior”. Y yo desde hacía tres años que trataba de continuar con nuestro vínculo a pesar de la distancia. Guardo los mejores recuerdos de ella. Fue la que supo estar en los momentos más difíciles de mi vida, y la única que siguió al lado mío a pesar de mis angustias. El resto de mi grupo de amigas cuando más las necesité desaparecieron ocultándose en sus quehaceres del hogar. Pero Gaby no, siempre estuvo ahí.

La tarde pasó como todas las otras, el tráfico insoportable, la gente dando codazos para subir y sentarse más rápido en los colectivos, nada que no ocurriese a menudo. Llegaron las seis de la tarde y yo me senté puntual en la mesa más cercana a la puerta para verla entrar. Y la vi. Siempre con su fuerza inquebrantable, característico de los genes de la madre. Siempre coqueta, arreglada y sagaz… Me aproximé a la puerta y la saludé agarrándola de la mano para que no vaya a tropezar con nada. En ese preciso momento nos sentamos y la miré tratando de encontrarme con su mirada, lo cual desde hacía ya dos años que no podía hacer. Esa maldita enfermedad –por cierto sin diagnóstico aparente- le nublaba la vista, al punto de hacerla percibir tan solo algunas formas o colores bien de cerca. Dos meses atrás de la noche a la mañana despertó sin poder ver prácticamente nada. Este mismo episodio lo había vivido un año antes justo en la misma época. ¿Curioso, no?
En fin. En esa internación estuve junto a ella porque su abuela ya era muy anciana y no toleraba sobresaltos, y además lo hice como mi amiga lo hubiera hecho por mí. Testaruda e hiperactiva como la mamá, Lucila se rehusaba a quedar internada, a hacer reposo y a escuchar por horas la televisión. Pero era necesario ya que los médicos necesitaban examinarla con la más exacta minuciosidad para lograr dar con el diagnóstico y así aplicar la medicina adecuada. Pero nada de esto ocurrió. Veinte días más tarde la llevé a su casa y la dejé con la misma energía de siempre pero con el sentido de la vista prácticamente destruido. Al verla se me fruncía el corazón… Pero no por lástima hacia ella, si no por la vergüenza que sentí de mi misma. Yo con 30 años más estaba muy lejos de esa fortaleza de espíritu.

-: ¿Cómo va eso Lu?
-: ¡Bien, muy bien por suerte! Tengo noticias para vos, hablé anoche con mamá y quiere volver…
-: ¿En serio? ¡Qué felicidad! ¿Cómo se lo tomó tu abuela?
-: Mmm, no le conté, esperaba que se lo cuentes vos…
-: ¿Vos sos loca? ¿¡Yo!? … No, de ninguna forma. Tu mamá es grande, si no quiso avisar por algo será…
-; Si ya se, pero mi abuela no para de decir que mas le vale que nunca vuelva, por traicionera, por habernos abandonado.

Una semana más tarde Gaby me llamo para darme la noticia ella misma. Lo extraño fue haberla escuchado tan triste y apagada. Creí que si había tomado la decisión de regresar era porque lo deseaba… pero su voz me decía lo contrario.
Me pidió que estuviera ahí cuando ella llegara, para alivianarle un poco el regreso, y para que el clima se distienda…

Días después me encontré parada en su casa, siempre con ese olor tan distintivo que me traía imágenes del pasado. Era la misma casa que yo frecuentaba desde pequeña, la cual había dejado de visitar hacía bastante tiempo, más exactamente desde que Gaby tomó la decisión de irse a Misiones… Su madre siempre creyó que su partida había sido culpa de mi influencia; nada más alejado de la realidad.
La esperaba ansiosa tomando mates con su hija y con su madre para ponerme un poco al tanto de las noticias.
Durante la espera, en mi mente se apretaban las mil y una preguntas posibles para hacerle a mi amiga, quería saberlo todo. Pero si hay algo que en estos años aprendí fue a intentar vencer mi ansiedad, porque así la gente se te aleja.
De todas formas me preocupaba como me fuera a encontrar Gaby. Después de tantos años…
¿Me verá rejuvenecida o más avejentada? ¿Tendremos tema de conversación? ¿Estará muy distinta? ¿Sería posible que después de tantos años nuestra amistad siga funcionando?
A la vista esta que de nada sirvieron tantos años de terapia para la lucha contra la ansiedad…

Para mi este encuentro era importante. Tenía la esperanza de que este reencuentro me devuelva una compañía, alguien con quien compartir mis cosas.

A la media hora llegó. Cansada, hastiada de tanto viaje. Por la cara de sorpresa comprendí que había olvidado su pedido hacia mí; de todas formas rápidamente se puso a acomodar todo y colocó la pava en el fuego, como en los viejos tiempos.
La miró a su madre, quien no podía disimular su cara de resentimiento, y Gaby se acerco a abrazarla. La anciana solo amagó un recibimiento del mismo.

Luego nos sentamos, ella frente a mi, nos miramos, nos examinamos. Nuestros ojos se posaban en la otra tratando de redescubrirse, notando los cambios y reconociendo esas cositas que ni el tiempo te mata… Fueron cinco segundos, o tal vez muchos menos, pero pareció toda una eternidad. Nuestros rostros fueron viviendo diferentes transformaciones. Primero de sorpresa e inquietud, después de ternura y fue terminando en risas y llantos de emoción. Había tanta historia en esas miradas… Tantos puntos de conexión entre las emociones vividas en tan disímiles circunstancias. Y claro, nos paramos y nos abrazamos, fue instantáneo.

El agua para el mate estaba lista. Su mamá se fue, no estaba dispuesta a hablar con su hija, y menos adelante mío. Pero Lucila se quedó… Mientras los mates iban y venían me contó toda clase de aventuras, clima y selvas, tucanes y serpientes, plátanos y guaraní.

Gaby:- Allá el clima, la flora y la fauna es de selva amazónica y bosque subtropical. Antes de irme me moría de miedo de los bichos que pudiese encontrar, pero cuando llegué enseguida se me fueron. El pueblito llamado Puerto Piray era mi nuevo hogar. Llegué hasta ahí por un contacto del jardín de infantes, en el que trabajé toda mi vida acá en Buenos Aires. En este pueblo hay casas destinadas para gente como yo que busca paz, armonía y contacto con la naturaleza. Todos en la misma situación… laburantes, gente de Buenos Aires, Rosario, Córdoba, etc. Si ves ese paisaje te morís, no sabes lo que es. Las casitas están distribuidas en la base y la cima de un cerro.
Por primera vez en mi vida descubrí la naturaleza, si, a mis 40 y largos. Nunca te aburrís, siempre había algún arroyito, algún nido de tucanes, limoneros, mangos. De todo.

(A todo esto, Lucila se veía un poco incómoda con el relato de su mamá, tenía una mirada de recelo.)

Nuestra conversación continuó… Mates van, mates vienen. La tele prendida, el horno encendido, la radio sonando de fondo.

Yo:- ¿Y te hiciste amigos allá? ¿Te hicieron sentir cómoda?

Gaby: - Si, totalmente. Muy diferente la gente de allá de la de acá. Acá estamos en quinta todo el día. Allá arrancan a la mañana en tercera y después del mediodía bajan a segunda o primera. Es otro ritmo. Y mis relaciones con la gente fueron de todo tipo y en todo ámbito. En Misiones logré retomar mi trabajo como maestra y conocí mucha gente. Mucha. De todos lados, ya sea gente nativa de la zona, gente en la misma situación que yo. Y bueno la mezcolanza es importante. Hay mezcla de cultura aborigen con cultura polaca y alemana. En el pueblo la gente es pobre, pero no indigente, no se mueren de hambre porque son ricos.

Yo: No te entiendo.

Ella:- Claro, tienen la tierra y el conocimiento. Esa es su riqueza. Vos cualquier cosa que tiras al piso crece. Todo crece. Y se curan, se curan sin médicos ni cosas sofisticadas. Se curan con sus plantas medicinales. Y de los alemanes y polacos tienen la herencia de las chacras propias. Todos tienen su espacio para sembrar y cosechar lo que se les de la gana. ¡En ninguna casa falta la mandioca!
Lo que si se perdió fue la pesca. Con toda esta cuestión de las papeleras arruinaron el Paraná. Es muy común ver a los chicos con sarpullidos y cosas raras en la piel. A mi misma me paso con mis alumnos. Un desastre. Pero esa no es la gente viste… ¡Son ellos!

Yo:- ¿Ellos quienes?

Ella:- Los políticos, los empresarios… Hacen plata a costa de la salud de la gente. Horrible. Pero viste… Todo en algún momento vuelve.

Miraba a mi amiga, y notaba cambios, todo lo que me contaba me extrañaba… Porque siempre ha sido una luchadora pero se ve que esta experiencia la acercó a otras realidades que hicieron más profundo su instinto de lucha.
Y después de tantas idas y vueltas en el relato y tantos recuerdos a flor de piel se fue quebrando…

Gaby:- Yo vivía tranquila viste... Sin ruidos. Me asomaba por la ventana y veía el cerro, los arroyos, el río. Nada de escuchar el 21 ni el 60. Allá los chicos se manejan solos... Me olvidé de los relojes. Completamente. El día lo marcaba el sol y el calor. A la tarde si o sí parabas, el calor te exigía parar.
Pero bueno, viste como están las cosas acá… Después de casi 6 años viviendo allá y charlando por la computadora con Lu – porque mi mamá es reacia a la tecnología y conmigo misma desde que tomé la decisión de alejarme- no lo aguanté más. Ya la situación de los médicos de Lu no la podía vivir más de lejos, ella me necesita… y vos lo sabes mejor que nadie.
¿No es así Lu? ¿No te hacía falta mamá?

Lucila con lágrimas en sus ojos y una furia incontenible tan solo la miró e hizo un gesto con la cabeza, como asintiendo, o algo así. Pero Gaby no le prestó atención… Siguió charlando.

Gaby:- Y bueno, entonces tuve que poner las cosas en la balanza. Yo estaba muy cómoda allá. Encontré esa paz que toda mi vida había estado buscando. Me arrepentí de no haberlo buscado antes, si así hubiese sido me hubiera ido con Lu cuando era chiquita. Ella se habría acostumbrado a estar allá. Cuando le conté mi decisión y le propuse que me acompañe, me contestó que ni loca dejaba su gente, sus estudios y su ciudad.

Lucila:- ¡¿Y más bien, que iba a hacer internada en la selva con vos sola?! Además… la abuela no se puede quedar sola, ¡no se como nunca pensaste en eso!

Nuevamente Gabriela no prestó atención… y continuó diciendo:

Gaby:- En fin, al atardecer de Piray recordaba a SODA, esa banda que siempre me volvió loca… Recordaba su frase “La ciudad de la furia”. Para mi Buenos Aires representaba eso, La ciudad de la Furia. Cero compañerismo, cero valores. La gente piensa en si misma… En Misiones se vive en comunidad. Todos somos iguales allá. Indígenas, polacos, alemanes, cordobeses, misioneros, porteños… Somos todos uno junto con la madre tierra.
Pero bueno, lamentablemente pasó esto con Lu, Dios sabrá porque le hace sufrir esta enfermedad y me tuve que volver –acá Gaby inició su llanto- yo no quiero estar acá, me hace mal. Pero debo cumplir mi rol de madre, Lu me necesita.

En ese preciso momento, una oleada de furia subió por el cuerpo de la adolescente. Y para nuestra sorpresa derramó con enojo la tasa de té que estaba bebiendo. Comenzaron a discutir en un tono que oscilaba la furia y el dolor. Lágrimas corrían por las mejillas de su hija, reprochando el abandono que sintió todos estos últimos años y la imposibilidad de independencia que le hizo sufrir su propio cuerpo. Imagínense las sensaciones de esta pequeña mujer. Sola en Buenos Aires, tratando de crecer y aprender a manejarse por la vida como adulta, a cargo de su abuela que no goza de buena salud y lejos de su madre, la cual encima ahora le reprocha su regreso.

A todo esto la abuela había estado escuchando detrás de la puerta y angustiada entró a la cocina para sumarse a los reproches y reclamos hacia su hija. Hablaba por encima de sus voces de este tema y de miles de conflictos familiares más. Y yo en el medio, me sentía culpable. Culpable por haber causado esta situación indirectamente, sin quererlo. Habría sido mejor visitarla mas adelante a Gaby, una vez que ella se haya reintegrado a su hogar.

Los utensilios seguían volando por la cocina y los reproches se acrecentaban, el clima era tenso. Y Lucila dijo las palabras finales que le dieron cierre a mi visita.

Lu:- Y mas bien ¡! ¿Como no te ibas a volver? ¡Tenía que ir a mil médicos por día, tomar cientos de remedios y hacerme un montón de análisis! ¿Qué pretendías que los haga sola? Encima la abuela no se puede ni mover… ¿Claro, es fácil darse media vuelta e irse no? ¿Eso es lo que me querías enseñar? Estoy muy en desacuerdo.

Gaby:- No seas así. A mi también me hizo muy mal estar lejos tuyo, pero no podía volver, ¡Buenos Aires no es mi lugar!

Lu:- Por favor, no seas hipócrita.
Y además… ¡Siempre hablando de “acá” y de “allá” como una estúpida como si el haberte ido a otro lugar te hubiera modificado la vida! ¡El cambio se genera dentro y no fuera. Date cuenta, no seas chiquilina. Ni yo te creo que allá estabas bien. Son dichos tuyos, estas todo el tiempo encubriéndote con tus malestares en vez de hacer algo al respecto ¡Me canse, no te soporto más!

Portazo…
Nos quedamos heladas... Mi amiga y yo… La abuela seguía quejándose de otras cuestiones y mi amiga me dijo con lágrimas en los ojos y temblores en el cuerpo luego de la acalorada discusión:

Ella:- ¿Viste? ¿Que te dije? ¿Ahora lo ves claro? ¡Esta chica esta mal, la tengo que sacar de acá! Es por esto mismo es por… ¡La ciudad de la Furia!







viernes, julio 11, 2008

-Planificación del trabajo final-

Planificación del relato final:

Mi relato final lo voy a desarrollar a partir del trabajo de la entrevista. Elijo este porque creo que es el que me brinda más posibilidades de desarrollo en cuanto a contexto histórico, reconstrucción de personajes, estilo, etc.

La primera versión de ese trabajo lo presenté en clase y recibí muy buenas devoluciones. Esas me han orientado en la planificación de la versión final, la cual va a ser preparada para el retorno a clases.

El testimonio lo tomé como inspiración para un relato ficcional. Este consta de un viaje de una mujer adulta a Misiones. Esta persona (Gabriela) se va a vivir con dos de sus cuatro hijos y con su marido a Puerto Piraí por una propuesta de trabajo hecha a su esposo.
Gabriela en la entrevista relata el encantamiento progresivo que fue teniendo con ese lugar, la nueva forma de vida que encontró y la posterior decepción con la que se encontró una vez que tuvo que regresar a Buenos Aires, su ciudad natal, por motivos mayores.

Las sugerencias hechas en clase fueron básicamente acerca de la reconstrucción del personaje/narrador que viene a reemplazar al de la entrevistadora original (yo) para transportarse al papel de la mejor amiga de Gabriela en el relato.

Principalmente voy a trabajar con este personaje de la amiga, logrando reconstruirlo, metiéndome en él, para lograr una mejor impresión y credibilidad del lector en mi relato.

Por otro lado voy a ver una película china sugerida por la profesora, “El club de la buena estrella” para enriquecer el conflicto de estas mujeres, sugiriendo una “historia 2” en cuanto al desafío del viaje de esta mujer y su situación interior.

Y como último ítem desarrollaré de forma más amplia el contexto en el cuál el recuerdo de Gabriela se desarrolla, que es justamente el del territorio de Misiones, ampliando las descripciones con información previamente analizada.

miércoles, junio 11, 2008

-Prefacio de Truman Capote-

"Cuando Dios le entrega a uno un don, también le da un látigo... "

Truman Capote.

Me pareció muy buena esta ilustración de Capote en cuanto a su don de la escritura. Creo que es algo que nos sucede a todos, claro que a cada uno en un determinado ámbito.

Tener un don es sinónimo de tener un poder, y reconocerlo y entrenarlo es lo que uno debe hacer para sacarle todo el jugo posible. La cuestión es que lo podamos manejar y no que el don nos maneje a nosotros; es acá donde radica el doble filo del mismo planteado en esta frase. Capote logró este manejo, logro "dominar" su don para que le de satisfacción. O al menos es conciente de que debe hacerlo y pone sus energías en esto.

Fue aprendiendo con el tiempo, con los elogios y con las duras críticas de los demás. Se dio cuenta que de nada servía ser bueno en diferentes estilos literarios, si no que lo importante era poder armar un estilo propio aplicando todos sus conocimientos de cada uno en un nuevo escrito, y así sucesivamente.